miércoles, 9 de mayo de 2012

Humildad: Según el diccionario esta palabra es la virtud de obrar de acuerdo al conocimiento de las propias limitaciones y debilidades. Es así que el obrar humildemente es prestar atención a nuestras limitaciones y debilidades tanto para fortalecerse uno mismo como para vencer las limitaciones que nos ofrecen. Lamentablemente muchos de nosotros asociamos sutilmente esta palabra a una personalidad débil, frágil e insegura. Y la humildad no tiene nada que ver con eso. Hay muchas palabras que debemos limpiar de juicios y prejuicios nuestros, y la humildad es una de ellas. El desarrollo de la humildad es precisamente lo opuesto a lo que nosotros vulgarmente connotamos con ella. Es justamente el desarrollo de la capacidad de detectar rápidamente nuestras limitaciones y debilidades para poder trabajar sobre ellas a fin de fortalecernos. Todo buen guerrero del espíritu debe cultivar la humildad. Humildad no es lo opuesto a Orgullo, aunque este último sea un gran obstáculo para desarrollar la humildad, y esto es porque el Orgullo es la ilusión de que el ser humano no puede tener debilidades y limitaciones. El Orgullo es una polaridad en si mismo, en un extremo tenemos la sensación de absoluta incapacidad, y en el otro, la sensación de absoluta excelencia en nuestros quehaceres, ambas sensaciones son del orgullo. Es en el equilibrio de esta polaridad que aparece algo diferente: la Humildad. Cultivarla es lograr la verdadera excelencia, y esta se logra siendo conciente tanto de las fortalezas como de las debilidades. Y sabiendo que para que las cosas salgan bien tenemos que desarrollar “la vista doble” que percibe las debilidades y fortalezas al mismo tiempo.

En la etimología de Humilde, encontramos que es una alteración de humil, tomado del lat.Humilitis, que a su vez deriva de humus “suelo, tierra”. Ahora parece tener sentido la frase “cultivar la humildad”, ya que tanto el suelo como la humildad son cosas que se cultivan, se trabajan. Humilde fue mutando desde humus a por el influjo de la palabra antiguahumildoso, que era el antónimo de rebelde. Es interesante observar que el “suelo, tierra” es justamente lo opuesto a la rebeldía del hombre. La tierra no se rebela a la acción del hombre.
El hombre no es más que humus desde el punto de vista de la madre naturaleza. ¿Cómo podría no ser humilde con la naturaleza misma?

Humildad es recordar nuestras raíces y recordar el natural orden de las cosas, para la naturaleza no hay dueños, todo es ella, y el hombre también es naturaleza. La humildad aplicada sólo a él significa el recordar su identidad natural, pura, a riesgo de sentir que se pierde y se funde en “una naturaleza” que no conoce, de diferencias jerárquicas, porque todo en ella nace, crece, madura y decrece hasta morir, “una naturaleza” que tal vez no reconozca su presunta divinidad como tampoco su capacidad racional. El orden natural, tanto como ser parte de él, se corresponde a la energía de virgo, sin saber ni conocer cómo es que tal orden que nos incluye a todos es posible. Vivir con esa incertidumbre es cuidar el respeto perdido por la naturaleza, y reconocer nuestros límites humildemente en vez de convertirnos los animales más depredadores del planeta que incluso lo son con ellos mismos.

domingo, 1 de abril de 2012

Por alguna razón, yo siempre terminaba con una de estas borrachas dóciles, y por otra razón o la misma, ella de golpe y porrazo lloraba, al rato lloraba yo, y después nos quedábamos mirando en silencio —como si nos descubriésemos gemelos, idénticos en una soledad pegajosa— y de repente nos estábamos revolcando por el pasto como dos cuises, diciéndonos con media boca cada uno cuánto nos queríamos.
No sólo eso: jurábamos que nos habíamos querido siempre. Y que nos querríamos igual o peor cuando fuésemos viejos. Y todo era mentira, y todo era verdad al mismo tiempo.
Recién ahora descubro que si mezclo a las cuatro clases de mujeres que existen en el mundo (la puta, la esposa, la madre y el resto) el resultado me da —increíblemente— a aquella borracha de las quintas, ésa a la que podías hacerle cosas mientras te juraba amor eterno, y al rato se arrepentía, y después de vomitar se olvidaba de todo. Sexo, amor, culpa y olvido. Ellas encerraban todo eso en diez minutos de manoseo al costado de una pileta llena de verdín.
Les juro que he estudiado mucho este asunto antes de sentarme a escribir, y llegué a la conclusión de que aquellas borrachas dóciles —esa especie tan común en las quintas mercedinas de mis tiempos— eran la mujer ideal. Y yo, cabezafresca, que no supe verlo a tiempo.
Será por eso que me acuerdo de aquellas frases de amor falseadas, de esos besos de heineken tibia, de aquellos manotazos de ahogado por abajo de una blusa, como momentos de amor verdadero. De amor efímero y triste, lo sé, chaparrones de verano que no dan tiempo ni para encontrar un toldo, pero también de amor onírico e intenso, cien veces más real que otras pasiones chicle que nacen abstemias, un martes a la tarde, y agonizan moribundas años enteros.

martes, 24 de enero de 2012

Arco iris


A veces
por supuesto
usted sonríe
y no importa lo linda
o lo fea
lo vieja
o lo joven
lo mucho
o lo poco
que usted realmente
sea

sonríe
cual si fuese
una revelación
y su sonrisa anula
todas las anteriores
caducan al instante
sus rostros como máscaras
sus ojos duros
frágiles
como espejos en óvalo
su boca de morder
su mentón de capricho
sus pómulos fragantes
sus párpados
su miedo

sonríe
y usted nace
asume el mundo
mira
sin mirar
indefensa
desnuda
transparente

y a lo mejor
si la sonrisa viene
de muy
de muy adentro
usted puede llorar
sencillamente
sin desgarrarse
sin deseperarse
sin convocar la muerte
ni sentirse vacía

llorar
sólo llorar

entonces su sonrisa
si todavia existe
se vuelve un arco iris.
el mejor cigarrillo


En los rincones oscuros de esta ciudad dejaremos nuestras viejas pieles y, ya mutados, regresaremos a fumar el cigarro más sabroso.
Desde la niñez los sueños han sido siempre los mismos: el pic-nic del final de la vida, el barco que llega en el atardecer rojizo, el desconocido que llega con esa insólita aventura.
Eso estuvo demasiado en nosotros. Hablando y hablando sin cesar en el patio de las fiestas y las caricias. ¿Cómo haría para acariciar tus besos en un bar de esta ciudad mientras corro en la selva, huyendo de la fiera que persigo? Aquí nunca nos encontraremos en un tiroteo, siempre estaremos hablando. Aquí las vidas no son fáciles o difíciles: son del todo imposibles. El deseo, ese coitus interruptus del impulso.
La peste emocional tiene que haber estallado. Me niego a aceptar que esto pueda ser considerado vida humana. Encerrados tras la puerta, amarrados por lo propio, manteniendo siempre limpia la cucha de las preocupaciones, con un salvavidas puesto pero lejos del mar.
Aquí, en esta ciudad, yacen los restos de todos nosotros. Que en paz sueñen que viven.
Pero los barcos y los trenes y los líos y las fugas y los viajes pasan todos los meses de ese día por cualquier ventana despierta a la hora en que el corazón ha quemado ya sus últimas maderas secas.
Lo saben los niños que nunca duermen ni crecen y lo saben quienes flotan sobre las telarañas y los pantanos donde están atrapados estos malditos días que-son-como-nada.
No sé dónde queda pero la brújula perdida te seguirá conduciendo entre trampas y enemigos. No sé dónde queda pero es más allá de este mundo que sabemos que hay: ahí está ese raro mundo que no sabemos que hay. Te vas a ir y vas a dejar tu lugar vacío. Recordarán ese lugar. Pero luego ese lugar será ocupado y tu imagen se perderá: quedarás libre. Entonces, recién entonces, nos fumaremos el mejor cigarro de toda nuestra vida.
Invitación al Abismo


El corazón del universo late aquí donde, por suerte, todo está perdido. Aquí la guerra ha terminado y el guerrero vencido puede descansar. Aquí la sabiduría no existe y el sabio puede ignorar. Aquí el amor es una carta que las miradas jamás se escriben. Aquí podés abandonar tu libreto porque el teatro está vacío. Aquí podés hacer dormir tus planes porque el vacío ilumina lo único que hay: nada. (...) Estás aquí, donde todo te resulta gratis porque el sol se quema a sí mismo como un bonzo que se suicida por tristeza. Donde las sonrisas siempre terminan en puñaladas. Donde la noche miedosa deja corretear el misterio hasta que la maldición del día lo ilumina con sus preguntas. Aquí, donde los locos han esposado esposas al esposo, donde han madreado hijos para padrearlos, donde envejecen niños para que adulteen; en este colegio de atrasados mentales, donde el ángel aprende a leer y escribir las leyes que prohíben volar. Aquí, amigo, donde compartimos lo que nos robamos, donde mentimos lo que ignoramos. Hacia aquí venimos. Donde no esperamos a nadie ni nadie nos vendrá a buscar. Aquí, donde vos sos el único brillo que nadie podrá percibir.